Las vías romanas y su legado eterno
Seguimos recuperando algunas de las cosas que hicimos en 2023. Entre ellas escribir algunas entradas para la revista Más Castilla y León. Os recuperamos una, de una serie de dos, que quiere recuperar la memoria de las viejas y resilientes calzadas romanas, y conmemorar los trabajos de algunas personas muy interesadas en su investigación y puesta en valor.
Las fotos, por cierto, salieron publicadas en la entrada web de la revista.
No se creerán esto, pero hubo un momento, al principio del siglo XXI, en que había librerías en los barrios en las que te podías pasar un rato entre anaqueles y mesas, curioseando volúmenes y atendiendo recomendaciones del librero o librera que atendía tal negocio.
Ya, ya sé que siguen existiendo, pero no me negarán que hay muchas menos, y que la misión de asesorar al despistado -yo- ahora la hacemos los lectores aplicando estrellitas.
Aquella que yo evoco se convirtió en peluquería: te adornan la cabeza, pero no te ayudan a amueblar el cerebro. En aquella y en 2005 -más o menos- se vendían “libros raros” -que decían en el barrio. Y compré uno de ellos: ‘Vías Romanas. Ingeniería y Técnica Constructiva’, de un tal Isaac Moreno Gallo. La primera ojeada, en esa librería, me impactó, y su lectura, aún hoy, me resulta del máximo interés.
Y lo hace no solo por su calidad técnica a la hora de explicar la razón de la construcción de estos sistemas de comunicación. También por las descripciones de las necesidades técnicas de las vías, su sistema constructivo, la búsqueda de materias primas y una planificación previa sensacional.
Pero me llamó más la atención la urgencia. Todo ese despliegue de conocimientos se estaba -se está- perdiendo. La desidia, las inercias en la investigación y un desarrollismo salvaje estaban -están- acabando con un patrimonio difícil de cuantificar en cualquier término que se le aplique: cultural, turístico, económico, histórico, tecnológico y un larguísimo etcétera.
Seguir la pista de este ingeniero, que se simultanea como historiador, es sencillo. A sus múltiples publicaciones -localizables en la red de redes- se suman un sinfín de actividades divulgativas. Algunas muy populares, con aquellos programas de televisión dedicados a la ingeniería romana que causaron sensación; sus multitudinarias charlas y conferencias en casi cualquier parte del país, en el que el tono apasionado, urgente y documentado atrapa a toda la audiencia.
Y, como corresponde a su tiempo, su discurso, sus vuelos y sus viajes son omnipresentes en las inevitables redes sociales, que son la penúltima frontera de la comunicación.
Esa apertura de datos fruto de un trabajo serio, riguroso, transversal, es su proyecto de Vías Romanas en Castilla y León (www.viasromanas.net). Se trata de una iniciativa enciclopédica y ejemplar en su desarrollo que pone, a disposición del público, un enorme patrimonio caminero romano en esta comunidad. Aunque el tema no les suscite interés no dejen de darle una ojeada porque no defrauda semejante esfuerzo.
Seguramente Isaac Moreno pueda explicar mejor que yo la importancia de la red de caminos romanos en nuestra vida -sí, ahora, hoy-. Más allá de que en ocasiones interesadas “esas cuatro pxxxs piedras” que retrasen obras en la cercanía de sus casas, y eso afecte a la inauguración de una rotonda -una de esas bien bonitas, con olivos y esculturas en su centro-, los trazados romanos han configurado un poco nuestro paisaje histórico durante siglos, en algunos casos algo más de 20.
La red de carreteras romanas, como bien indica este autor, está pensada para rozar la eternidad en su uso. Y así lo ha demostrado. Sus firmes y obras han servido al desarrollo de las tierras por las que pasan, hasta casi la actualidad.
Las geografías que se generaron tras el fin de la administración romana se beneficiaron de su existencia hasta bien entrado el siglo XVIII. Su desmantelamiento cuasi definitivo se produjo en la segunda mitad del siglo XX con la transformación del campo, con mazados continuados gracias al crecimiento descontrolado de nuestras ciudades y nuestras industrias, ajenas a que los restos arqueológicos forman parte del corazón material de nuestra existencia y que, gracias a esas calzadas, estas ciudades alcanzaron notoriedad.
Sin embargo, aún conservamos tramos que resisten al paso del tiempo -su propósito original- y también a la desidia de la sociedad hacia este patrimonio. En ocasiones se recuperan como hallazgos en excavación arqueológica, pero en no pocos casos sigue siendo un tramo de esos caminos que podemos seguir usando todavía hoy.